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lunes, 26 de marzo de 2012

Nuevas configuraciones familiares: madres solas


Más de 3.000 mujeres por año tienen hijos sin estar en pareja

Por Mariana Iglesias


Perdieron a su compañero durante el embarazo o hicieron tratamientos de fertilidad por su cuenta. La cifra es de Capital y subió casi 3 veces en 30 años. Hoy, 1 de cada 10 bebés que nacen no tienen a su papá al lado.


En una pareja siempre hay que negociar, debatir, acordar. Cuando hay hijos de por medio, más aún. El pediatra. El colegio. La ropa. La comida. Las vacaciones. Los horarios. Los juguetes. Todo es materia de opinión. A veces es tal el desgaste que aparece la fantasía de que todo sería más fácil si fuera uno solo el que toma todas las decisiones, así sin más, sin tanta necesidad de conciliación. Pero, se sabe, la fantasía no tiene nada que ver con la realidad y la monoparentalidad es bastante compleja. Lo dicen las propias mamás que están solas. Son muchas. En la ciudad, sólo durante el año pasado 3.000 mujeres tuvieron hijos sin un compañero a la vista.La última Encuesta Anual de Hogares porteña dice que el 8,1% de los bebés que nacieron en 2010 tiene madre soltera. Soltera de sola. (Las que no están casadas legalmente pero sí en pareja son el 40%). Victoria Mazzeo, jefa del Departamento de Análisis Demográfico de la Dirección General de Estadística y Censos dice que “en 1980 era de 3,6% la incidencia de las madres solteras en la fecundidad de la ciudad, y en 1993 de 7,4%, casi el doble”. Explica que las solteras son mayoría entre las menores de 25 años. Mirando las estadísticas, se ve que la maternidad en soledad vuelve a crecer entre los 35 y 39 años, por los tratamientos de fertilización asistida . Si hablamos de toda la Argentina, en 1985 las madres solas eran el 6,7% y hoy son casi el 15%. “La monoparentalidad alcanza a una de cada cinco familias, es una tendencia en alza y tiene rostro de mujer: casi nueve de cada diez hogares monoparentales tienen a una madre en su jefatura y en los últimos 25 años su participación se duplicó ”, sostiene Pablo Roviralta, presidente de la Fundación Observatorio de la Maternidad. Habla de las “tres patologías sociales que incidieron en la monoparentalidad: el enrarecimiento del noviazgo, el establecimiento de las uniones de hecho y e l crecimiento de la mortalidad matrimonial ”.“Este fenómeno ya no es exclusivo de las madres en situación de pobreza sino que se extendió entre las de sectores medios y medios altos ”, asegura Carina Lupica, autora de “Madres solas en la Argentina. Dilemas y recursos para hacer frente al trabajo remunerado y al cuidado de los hijos”, publicado por el Observatorio de la Maternidad. Explica que el 86,5% de las madres solteras trabaja, contra el 56,8% de las casadas . (Son las principales proveedoras económicas: 86,2% del ingreso del hogar contra el 40% de las casadas). No pueden elegir si trabajar o dedicarse con exclusividad a los hijos. La necesidad de dinero es crucial. Por eso, se insertan en puestos laborales de escasa calidad, lo que condiciona sus ingresos, perjudicando su calidad de vida. “Sus hogares no logran salir de la situación de vulnerabilidad en la que viven: una de cada dos madres solteras son pobres”, dice Lupica.Los económicos no son los únicos problemas de estas madres. “Enfrentar la maternidad en soledad representa un desafío. Llevar adelante la crianza, desde la gestación pasando por el proceso escolar, la alimentación, la salud y la vida social. El riesgo es quedar sobrecargada en el rol materno –a veces movida por sentimientos de culpa o exceso de responsabilidad-, dando lugar a procesos ‘tóxicos’, quedando atrapada, sin desarrollar otros aspectos de la vida. Depende de la edad de los hijos, y de si es una opción la crianza en soledad o deviene de una obligación al no estar su pareja acompañándola”, dice Patricia Alkolombre, psicoanalista, autora de los libros “Deseo de Hijo. Pasión de Hijo” y “Travesías del cuerpo femenino”.Para Andrés Rascovsky, presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina, “la ausencia de un padre es difícil de completar.El padre es imprescindible. El triángulo es sano. Si la mamá deja de ser mujer se crea un vínculo patológico. Las mujeres que van a un banco de semen directamente prescinden de los hombres, arman un mundo sin hombres”.No todo es negativo: “Si la mamá es consciente de las necesidades del hijo y se rodea de una red de apoyo, puede funcionar”, dice Rascovsky. “Es diferente crecer sólo con la madre, pero el problema no es ese sino cómo se entiende a medida que se crece que son una familia diferente -sigue Alkolombre-. La contención de los adultos a cargo es vital para albergar los distintos momentos evolutivos, algunos serán felices, otros críticos”. Como en cualquier familia.
Fuente: Diario Clarín 25 de marzo de 2012