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martes, 23 de junio de 2009

Cambios en el panorama demográfico argentino


Viviana Taylor


El ritmo de crecimiento de la población argentina fue relativamente lento durante la segunda mitad del siglo pasado en comparación con el resto de América Latina, y se espera que siga desacelerándose en el futuro. Para ilustrar esta afirmación recordemos que los 17 millones de habitantes de 1.950 se transformaron en 34 en 1.995, y las especulaciones más optimistas sostienen que llegarán a 46 y 53 en el 2025 y el 2050 respectivamente.
¿A qué se debe esta lentitud en el aumento de la población? La tasa de natalidad viene descendiendo ininterrumpidamente y se espera que se estabilice alrededor del 13-14 por mil alrededor de mediados de este siglo. Esto significa que el promedio de hijos será de 2 niños por mujer (el estricto número para asegurar el reemplazo intergeneracional) si adherimos a la hipótesis más optimista, ya que por debajo de este nivel se agudizaría el proceso de envejecimiento de la población, que también se verá incrementado por el decrecimiento de la tasa de mortalidad.
El segundo factor que incide en los cambios demográficos lo constituye justamente este decrecimiento de la tasa de mortalidad, lo que hará que la esperanza de vida al nacimiento sea de 80 años a mediados de siglo.
El envejecimiento demográfico (aumento de la proporción de la población de 60 años o más) es la lógica consecuencia de las dos tendencias que acabamos de señalar, lo que plantea desafíos que no se refieren sólo a los sistemas de previsión social, sino a la infraestructura educativa, sanitaria, habitacional, recreativa y hasta a la estructura de las ciudades, sus medios de transporte y de comunicación.

Entre los varones jóvenes (15-24 años) al parecer seguirá reduciéndose la tasa de actividad y se espera que se prolongue la escolaridad. De hecho, en casi todos los países se está extendiendo la escolaridad obligatoria, y en el caso particular de nuestra provincia de Buenos Aires una de las preocupaciones gira en torno de la posibilidad de garantizar el acceso de todos al nivel secundario.
Opuesta a esta tendencia, la participación de las mujeres aumentará hasta concentrar el 49% de los puestos de trabajo (hoy el 41%).

Otro aspecto a tener en cuenta es la distribución de la población en hogares y familias. Puede esperarse que en las próximas tres décadas aumenten notablemente las personas que viven solas, se incrementen los hogares con una mujer como cabeza de familia y se acrecienten los hogares no familiares. Consecuentemente, disminuirán los hogares familiares, así como también su tamaño medio.